AGUA
Fuente del Jardín de Majorelle,
en Marrakech.
El agua ha sido un tópico literario desde tiempo inmemorial. Formaba parte hasta de ese locus amoenus bucólico y pastoril del que mis alumnos de Bachillerato se examinarán mañana.
Los ríos que aparecían en la literatura eran de dos maneras: frescos y cristalinos, maravillosos, de los que surgían ninfas, invariablemente, rubias, de ojos y piel claras. Y sin líneas de expresión. Por supuesto.
O bien eran ríos de aguas oscuras, como el Leteo: al cruzarlo después de morir, uno se olvidaba ya de todo lo que había vivido. Aparecía, por ejemplo, en el soneto más hermoso de Quevedo: "nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa".
O eran ríos que iban "a parar a la mar, que es el morir...", símbolos de la vida, de las vidas, en Jorge Manrique, tan elegíaco él. Y tan caballero.
Cuando yo era adolescente, allá por los años 70, el agua ya era motivo de disputa. También aparecía en letras de canciones, no sé si muy literarias o no. No entraré en eso. Yo las cantaba con mi guitarra, porque entonces nos daba por la canción que nos parecía de protesta. Y tanto cantábamos contra el trasvase del Ebro en letras del dúo aragonés"La Bullonera", como "Vientos del pueblo" de Miguel Hernández, como "El preso número 9" de Joan Baez. Me irrita especialmente recordar esta última: la letra es una terrible defensa de un asesino que ha matado a su mujer y al amante de ésta. Se cantaba entonces como símbolo de progresía. Los que tenéis mi edad, lo recordaréis perfectamente. Cada vez que me acuerdo de que yo la aprendí a cantar y a tocar con los profes más "progres" que tuve, me pongo de mala leche. Decía algo así como: "Los maté, sí, señor. Y si vuelvo a nacer, yo los vuelvo a matar. Padre, no me arrepiento, ni me da miedo la eternidad; yo sé que allá en el cielo, el juez supremo me ha de juzgar".
Qué asco. Y qué vergüenza.
Y lo del agua sigue igual. En mi perdida adolescencia se cantaba y se hablaba de trasvase.
Y se sigue hablando de trasvase.
Han pasado más de treinta años y seguimos con los mismos temas.
Menos mal que ya no cantamos sobre el trasvase.
Y que ahora los asesinos de mujeres son asesinos de mujeres, no héroes que justifican su actuación en una canción progre.
Porque, repito, aquella canción era consideraba muy progre. Lo más.
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