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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

OLORES

OLORES

Algunas veces el olor está escondido

dentro de un color.

Como en las naranjas de los patios

del Palacio de Bahia, en Marrakech.

 

A las voces se unen los olores de la ciudad.

Todos tenemos un olor. O varios. Y las ciudades también.

Caminar por las estrechas callejuelas de Marrakech es caminar por un mercado de olores: el almizcle de las farmacias bereberes, la harissa, el curry, se mezclan con la gasolina en forma de humo de las motos que serpentean en el laberinto, y con los perfumes de las mujeres.

En la Plaza, el humo de las carnes asadas se codea con el té de gingseng, canela y cardamomo que no me deja dormir, y con el té verde a la menta que sí me deja dormir.

Las motos se dan la mano con las calesas, y el olor de la orina de los caballos se pasea con el de los tubos de escape. El caminante no debe sortearlos. Ellos lo hacen con pericia.

De los árboles y las flores de los cientos de jardines y patios emanan aromas, desconocidos algunos, viejos conocidos otros. No distingo ni azahares ni gardenias, pero sí jazmines, rosas, y ese perfume de un árbol que mi madre llamaba "del paraíso", y que me recuerda la primera vez que bailé, hace ya muchos años, en otro jardín, en otro lugar.

Hay olores que sólo se huelen. Y otros que también se ven. Los de Marrakech se huelen y se ven.

Y te impregnas de ellos, como de toda la ciudad.

Y te los traes a casa.

Al armario, por ejemplo, que ahora huele a almizcle.

2 comentarios

Juan Antonio -

De pequeño, en la escuela, intentaron convencerme de que los olores y los sabores no se pueden recordar o reproducir en nuestra mente(frente, por ejemplo, a la música). Pero después, la vida me ha enseñado que no es así: a veces cierras los ojos y hueles a cientos de kilómetros y días de distancia aquellos olores que una vez te dejaron marcado. No sé, por ejemplo, el olor del mar y de su brisa al atardecer, la Piazza de san Marco o las joyerías del Ponte Vecchio.

Luisa -

Qué bien caminar por los olores; ellos recorren tiempos sin interrupción y los revuelven unos con otros. En cambio delimitan bien los espacios.
Qué hermosa descripción en esta entrada.
Un beso.