CUADROS
Asistí ayer en T. a la inauguración de una exposición. Se trata de una colectiva de artistas de las Islas Faroe. Esas de las que sabemos tan poco, y con cuya selección de fútbol jugó una vez Espanna, si no recuerdo mal.
Apenas cuentan con 48.000 habitantes dispersos por el archipiélago. Hay una isla en la que sólo viven dos personas; lo que no sabemos es si se hablan o no.
Pues bien, entre esos habitantes, que corresponderían a una pequenna ciudad de las nuestras, la muestra ensenna las obras de seis artistas. Destacaré a tres de ellos, un hombre y dos mujeres, Edward Fuglø, Astri Luihn y Sigrun Gunnarsdóttir. En la lengua faroe, una variente escandinava, cercana al viejo noruego, hay tildes, como se ve en el apellido, islandés por otra parte, de la tercera artista.
Algo en común en los tres: la presencia de los pájaros, humorística en el caso de Fuglø (sus pájaros parlamentarios conllevan una divertida crítica política), melancólica en Gunnarsdóttir (una pequenna ave acompanna siempre a los personajes de sus cuadros), cósmica en la obra de Astri Luihn, mi favorita: lienzos de gran formato con pequennos pájaros que intentan seguir un camino no siempre de dirección clara.
Melancolía y humor en estos artistas que viven en unas islas, a mitad de camino entre Escocia e Islandia, que pertenecen a Dinamarca pero que son autónomas en todo, salvo en Defensa y Asuntos Exteriores; que no pertenecen a la Unión Europea por propia decisión a pesar de que la madre danesa decidió lo contrario. Unas islas llenas, intuyo, de aves marinas, frailecillos y gaviotas de diverso género, que les dan color y sonido, y por tanto identidad.
Melancolía y humor ensemble.
Como la vida misma.
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Alberto -