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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

FUNERALES

Llego a casa desde el cementerio. Aquí los funerales son distintos que ahí.

Ahí, te mueres, te velan un día, a lo sumo día y medio. Depende exactamente de la hora que el médico certifica que te has muerto. Un cura que no te conoce mira tu nombre en la lista numerada que tiene delante. Después de un muerto va otro, y así toda la mañana.

Aquí todo se toma con más calma, hasta los funerales. El muerto ha de esperar una semana o una semana menos un día, como Elia. Hay tiempo suficiente para prepararlo todo: qué músicas sonarán, quién tocará, quién hablará y de qué. Todo organizado, y cada asistente recibe un programa de mano.

Jørgen ha hablado de su madre, de la amistad, del amor, de los miedos infantiles y de los miedos agónicos: las mismas imágenes, distintas pesadillas. Muchos años entre unas y otras. Ha leído tres "petier", columnas de Eli, sus reflexiones sobre la vida, publicadas en "Adressavisen" hace ya algunos años. Ha sido un funeral hermoso, y a la par sereno y emotivo. Ha sido un regalo de Jørgen a Eli y a todos los que estábamos presentes.

Para terminar, el "Vals triste" de Sibelius. Con él llegaron mis lágrimas.

La casa está ahora aún más llena de flores: rosas, tulipanes, azucenas, lirios, lilium, más rosas, más tulipanes...

Copio el final de un texto de Eli que se ha leído en su funeral:

"Vennene våre,

blomstene langs den veien vi går i livet.

Når solen skinner på oss, da åpner de seg sammen med oss,

og tårene våre er regnet de ikke lukker seg for". (Elja Skaalmo)

"Nuestros amigos,

flores a lo largo del camino que recorremos en la vida.

Cuando el sol brilla a nuestro lado, se abren al mismo tiempo que nosotros,

y las lágrimas nuestras son gotas de lluvia que no consiguen cerrarlas" (Elja Skaalmo)

Hoy es un día de ausencias: Eli se ha ido en su ataúd blanco cubierto de tulipanes. Hoy también se ha marchado la madre de Javier Torres. Desde aquí le mandamos también nuestro cariño.

Es nuestra columna vertebral la que se desvanece cuando la que parte es la madre.

Ellas también siempre fueron flores que permanecieron abiertas.

Y seguirán permaneciendo.

6 comentarios

Chema -

Hola. No te conozco, llego a este blog desde el barco del marino Antón Castro y me voy emocionado al leerte. En estos momentos mi madre se encuentra \"a medio morir\", enferma de cáncer, y los que nos vamos a quedar apenas somos capaces de vivir a medias con suficiente lucidez para decir adiós cada día, para imaginar que ella parte de viaje a un país donde no hay teléfono ni trenes de vuelta; para dibujar (o escribir, o leer, o ...)con frenesí buscando olvidar, en medio de la irrealidad en que se convierte mi tiempo dividido entre un hospital y la primavera. Gracias por lo que he leído, es lo que tienen los blogs, te hacen encontrar espejos humanos en los que mirarte y reconocerte. Un abrazo.
Chema

Magda -

En la vida no deberían de partir las personas que amamos, pero se van, y lo duro es que se van antes de nosotros, y tenemos que aprender a vivir así, sin estas presencias tan importantes en nuestra vida. Yo tengo a mi papá sumamente delicado de salud desde hace dos años, y he aprendido, no se cómo, a vivir sólo el aquí y el ahora, intentando no pensar en el mañana...

Se que nadie dijo que la vida era facil, pero qué ganas de que lo fuera.

Un abrazo para ti, y mis condolencias para Javier Torres que aunque no lo conozco también se lo que es decir adios a una madre.





Jósé María -

Siento mucho la muerte de Eli, aunque no la conocía. La dama de blanco siempre está presente entre nosotros, aunque luchemos por esquivarla y eludirla. Yo ya sufrí este hachazo cuatro veces. Y sé lo que es el dolor de perder a una madre.

Ricardo -

Un abrazo fuerte a Jorgen y a ti, en estos momentos duros.

Javier Torres -

Gracias Ana, por vuestro cariño y cercanía a tan larga distancia. Expresaros también mi dolor y gratitud por compartir estos momentos. No podía ni imaginar cuando te fuiste que iba a pasar por la misma situación que vosotros el mismo día. Un abrazo Javier

Lu -

Has conseguido emocionarme. Una emoción con aromas de flores y de recuerdos.