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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

NAVIDAD NORDICA

Vuelvo a escribir sin tildes y sin esa letra que está en el nombre del país. Lo de las tildes lo intento subsanar tocando varias teclas, lo otro es imposible.

Ayer fue uno de esos días que parece que no existen: a no ser por un encuentro fugaz en una estación que no puedo contar todavía. En los dos aviones que cogí me dormí, así que pasé de Barajas a Trondheim casi sin enterarme gracias a la inestimable ayuda de san Orfidal, del que de vez en cuando soy devota.

Las calles están heladas: sal y gravilla hacen posible el tránsito, pero a mí me sigue dando miedo andar por el hielo. Ahora nieva suavemente, demasiado suavemente: la temperatura es demasiado alta y los copos se confunden con la lluvia. Todo se helará luego más y más para ir al cementerio: cuando oscurece, el día de Nochebuena se va al cementerio y se dejan coronas de musgos y pinnas y velas que alumbrarán en las tumbas, sobre la nieve mientras dure la comida - cena de esta tardenoche. Las llamas parecen salir de las lápidas en la noche de las tres de la tarde. La gente, vestida con sus mejores galas, deja sus ofrendas en silencio. Sólo se oyen los pasos sobre la nieve, o sobre el hielo, en la oscuridad.

Es hermoso, emocionante.

Y sobrecogedor.

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