Blogia
AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

MADRID II

Cenamos en LA CASTAFIORE. Cada vez es más difícil encontrar mesa durante los fines de semana. Hay que reservar con mucha antelación. Los camareros cantan ópera mientras comes "maigret de pato", que es lo que siempre pido. El sábado entre las mesas se paseó Don Giovanni con Zerlina "Vorrei e non vorrei...", el duque de Mantua, una espléndida Carmen con pantalón negro, camisa blanca y delantal.

Un placer para los sentidos: el aroma del Verdejo blanco de Rueda, el sabor de las setas compartidas, la música del piano y de las voces operísticas y zarzueleras, el tacto de los manteles blancos, las miradas del público a la vez comensal, ojos que miran, que se cruzan por primera y última vez con otros, que piensan en quién sabe "qué anhelos, qué deseos".

En casa de Jeannine, leo unos textos de Christian Tauber y de Marie Louise von Franz. Jeannine me dice siempre que debo leerla y aún no lo he hecho. Una frase de von Franz: "la creatividad viene del inconsciente, pertenece por tanto a la misma materia de los sueños". Me gusta, la copio en mi cuaderno y ahora aquí.

Jeannine me recomienda la última película de Bergman, SARABAND. Cojo un taxi y llego cuando apagan ya las luces de la sala. Bergman, octogenario, sigue siendo tremendo, descarnado, extraordinario. Liv Ullman, Erland Josephson y los otros actores que no conozco están magníficos: los actores que toca Bergman siempre llevarán su impronta. Salgo del cine con el móvil en la mano, distraída. Oigo una voz familiar que pronuncia mi nombre: ahí están Juanjo y Conchi. Los abrazo. No es normal encontrarse casualmente en Madrid, pero sí era normal hacerlo precisamente viendo esa película (son palabras de Juanjo).

Acaba la tardenoche en LIBERTAD 8 ante  un vaso lleno de hielo, azúcar y lima. Leemos en voz alta un poema, y recordamos versos de Cernuda y de Pepe Hierro. Recuerdo otras noches terminadas en un taxi en la Gran Vía, rumbo a Alcalá. Esta vez, la noche acaba en un paseo por la Gran Vía, en sentido contrario: corro la cortina de mi habitación y vuelvo a ver el rascacielos y la escalinata neoclásica.

En la cama, leo el último libro de Ramón Acín, que se titula SIEMPRE QUEDARÁ PARÍS.

Y pienso que a mí, de momento, me seguirá quedando Madrid.

0 comentarios