LA CLÍNICA
Nací en la clínica de San Juan de Dios, hoy convertida en hospital. Está a la orilla de canal. Me cuentan que de pequeña me enfadaba y me echaba a llorar cada vez que me decían que había nacido a la orilla del canal. Todavía hoy no entiendo el porqué de aquella mi actitud infantil.
Hace unos años se convirtió en un hospital para enfermos terminales. Ahora ha pasado a ser un centro de rehabilitación, dicen que el mejor de la ciudad. Visito allí a una persona a la que quiero. Cada vez que voy ya está postrada en la cama. Su compañera de habitación también. Ambas peinan un cabello nevado.Tal vez saldrán, pero no del todo recuperadas. Lo que les espera es más cama, menos sofá y nada de calle.
Casi todos mis primos maternos también nacieron allí. Entrar en San Juan de Dios era una fiesta: un bebé rubito, otro con rizos negros. Todos lloraban, se reían, gritaban, se enchufaban a la teta materna con ansiedad.
Ahora ya casi nadie llora ahí dentro. También hay un momento, o muchos, para llorar, pero hasta eso se acaba. Tampoco se ríe, ni se grita, y apenas se come.
Larra escribió que en su corazón había un letrero que decía: "Aquí yace la esperanza".
Será eso.
5 comentarios
Luengo -
Que no decaigan los ánimos al entrar en un lugar de estos porque seremos cómplices de lo que denominamos terminal. Seamos fuertes para hacer que las personas que allí están cambien una lagrima por una sonrisa.
Gracias a esas personas que trabajáis en los hospitales y sois capaces de dar cariño incluso a una mujer enferma tendida en la calle (esa persona sabe porque lo digo). GRACIAS
Nicolás -
Sé en qué se ha convertido el hospital, hoy. Y no puedo evitar que un escalofrío de satisfacción me recorra la espalda cada vez que paso frente a él... qué recuerdos...
Juan -
José María -
Pablo -