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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

LA CLÍNICA

Nací en la clínica de San Juan de Dios, hoy convertida en hospital. Está a la orilla de canal. Me cuentan que de pequeña me enfadaba y me echaba a llorar cada vez que me decían que había nacido a la orilla del canal. Todavía hoy no entiendo el porqué de aquella mi actitud infantil.

Hace unos años se convirtió en un hospital para enfermos terminales. Ahora ha pasado a ser un centro de rehabilitación, dicen que el mejor de la ciudad. Visito allí a una persona a la que quiero. Cada vez que voy ya está postrada en la cama. Su compañera de habitación también. Ambas peinan  un cabello nevado.Tal vez saldrán, pero no del todo recuperadas. Lo que les espera es más cama, menos sofá y nada de calle.

Casi todos mis primos maternos también nacieron allí. Entrar en San Juan de Dios era una fiesta: un bebé rubito, otro con rizos negros. Todos lloraban, se reían, gritaban, se enchufaban a la teta materna con ansiedad.

Ahora ya casi nadie llora ahí dentro. También hay un momento, o muchos, para llorar, pero hasta eso se acaba. Tampoco se ríe, ni se grita, y apenas se come.

Larra escribió que en su corazón había un letrero que decía: "Aquí yace la esperanza".

Será eso.

5 comentarios

Luengo -

De por sí, un hospital me despierta un gran respeto pero tengo que reconocer que uno terminal me crea algo más que eso. Parece que tras pasar por el marco de sus puertas cayeran todas tus esperanzas de vida con respecto a las personas que allí se encuentran. No creo que exista algo calificativo como terminal y mucho menos una vida. Es un punto y aparte en nuestro navegar.
Que no decaigan los ánimos al entrar en un lugar de estos porque seremos cómplices de lo que denominamos “terminal”. Seamos fuertes para hacer que las personas que allí están cambien una lagrima por una sonrisa.
Gracias a esas personas que trabajáis en los hospitales y sois capaces de dar cariño incluso a una mujer enferma tendida en la calle (esa persona sabe porque lo digo). GRACIAS

Nicolás -

Yo también nací en ese hospital. Y allí, años después, siendo todavía un crío, me operaron de "apendicitis" ¡Bendita operación! Ha hecho de mí lo que soy: siempre fui un niño lector pero, después de aquello, de los libros que me regalaron (recuerdo títulos, portadas...) y de las semanas que pasé convalenciente, leyendo, la lectura se ha convertido en mi vida (en más de un sentido)
Sé en qué se ha convertido el hospital, hoy. Y no puedo evitar que un escalofrío de satisfacción me recorra la espalda cada vez que paso frente a él... qué recuerdos...

Juan -

Es cierto que la luz de la esperanza se hace más palpable en el tunel de la enfermedad. Esperemos que ese tunel no sea demasiado largo.

José María -

Sólo tengo un lejano recuerdo de ese hospital. El fallecimiento de un amigo. Hay que recordar a Larra e invocar a la esperanza para que renazca.

Pablo -

Dale un beso fuerte de mi parte. Pronto iré para allá a haceros una visita. Hasta pronto.