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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

ESPACIOS

Visito por enésima vez el Museo Reina Sofía. Esta vez me quedo en las salas nuevas correspondientes a la ampliación del arquitecto francés Jean Nouvel. Cuando accedo a los pasillos que circundan el patio/jardín/claustro me acuerdo de que hace años mi amiga Beni fue operada en este mismo lugar. Donde ahora cualgan cuadros de Dalí, Miró o Picasso, antes descansaban enfermos sobre camas con ruedas, muchos de ellos preparados para el tránsito último.

En la Glorieta de Atocha, antes había calles sobreelevadas, los coches circulaban por encima de las cabezas de los viandantes. En el mismo lugar, ahora se levanta la Biblioteca de arte del Museo. Probablemente sea una de las más completas, junto con la de la Fundación Antoni Tapiès de Barcelona. El espacio concebido por Nouvel me recuerda los tiempos del excalextric ( o como sea que se puede escribir) de Atocha: el patio casi vacío entre lo moderno y lo que otrora fuera hospital recoge todos los ruidos de los coches que pasan a su lado. Y el techo rojo los refleja como un gran espejo, justo en el mismo espacio donde antes eran no imagen virtual sino real.

Veo el DON GIOVANNI de Mozart en la pantalla que hay en la Plaza de Oriente. Esta vez la visión y la audición de la ópera mozartiana tampoco es real, pero la veo mejor que sentada tras una columna del segundo piso, o en una de las butacas del anfiteatro. Estoy de pie, el Palacio Real iluminado está detrás de mi espalda, huele al boj de los jardines franceses de la plaza. Canta Carlos Álvarez (lo vi en directo interpretando RIGOLETTO), María Bayo (la disfruté en MANON), María José Moreno (me emocionó en LUCIA DE LAMMERMOOR, y en LA SONÁMBULA: Joan Sutherland se levantó de su asiento para aplaudirla bajo la batuta de su marido, Richar Boninge), y Josep Bros ( delicioso en la LUCIA y en EL ELIXIR DE AMOR). Me cuenta mi amiga Humi que el día del estreno hubo abucheos. La dirección de Lluis Pascual no gustó a algunos.

Y es que debe de ser que tiene que haber de todo en el mundo. A mí me pareció espléndida. Me emocionó.

Y es que debe de ser que la ópera es una de las pocas cosas que aún me emocionan. Y María Bayo como Donna Anna me humedeció los ojos. Esta frase suena un poco manida pero me da igual. Mis lagrimillas no fueron virtuales.

Tan reales como el olor del boj de la Plaza de Oriente.

Y como el ruido de los coches en el vacío creado por Nouvel en el Reina Sofía.

2 comentarios

carlota -

Yo también vi Don Giovanni, pero en la televisión, mientras tú estabas llegandoo a mi pueblo ;-).
Espero que mis estrellas hayan formado parte de tus sueños estos días. Besos

Ricardo -

Hace tan sólo unos días, la semana pasada, he estado bajo esa inmensa cubierta grana viendo el reflejo de los coches y sus luces sobre ella, al atardecer. Había pasado justo por debajo alguna vez, pero hasta el otro día no había alzado mi cuello para ver esa curiosidad. Arriba, muy alto, reflejados en la lisa superficie de esa inmensa concha, circulan los cohes en negativo. Del vestíbulo de Atocha, huelgan las palabras. Y del Real... qué vamos a contarnos que no sepamos. Bacione!