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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

Hoy

Hoy he recibido la confirmación de que el próximo curso podré seguir trabajando en Zaragoza.

Hoy he pasado la mannana en el centro de la ciudad. Ha llovido sobre las rosas que jalonan las dos barandillas del nuevo puente. Siempre hay flores frescas uniendo una y otra orilla de este río justo en el punto en el que se convierte en mar.

Lo que antes eran los almacenes del puerto y los astilleros se ha convertido en el barrio más fino de Trondheim, y han aflorado restaurantes y bares con terrazas: mantas en cada silla y estufas exteriores para que las tardes puedan ser un poco más largas. Ocurre aquí como en otras ciudades europeas: se están reconvirtiendo los edificios de los ríos de los puertos, las naves industriales; así en los Docklands de Londres, en Amsterdam, en Zürich. Me pregunto cuando en Zaragoza un plan urbanístico moderno, estético, renovador...

Hoy he tenido una cita en la ciudad. No en "Solsiden", que es el nuevo barrio (la traducción, "el lado del sol"), sino en el viejo centro, en el Hotel Britania. Dicho así parece que haya tenido una cita galante y clandestina, pero no. El Hotel Britania fue construido a finales del XIX para albergar a los viajeros ingleses que comerciaban en el fiordo y que empezaban a descubrir las montannas de Trollheimen. Sus salones se encuentran entre los más hermosos del país, especialmente "Palm Haven", "El jardín de las palmeras", decorado en el estilo "Art Nouveau" más escandinavo. El patio cubierto ha recuperado la fuente original y el sonido del agua se mezcla con el del piano: ante él un músico italiano que llegó a esta ciudad allá por los annos sesenta, y que toca para mí canciones espannolas apenas mi amiga nos presenta.

Porque mi cita era con mi amiga Liv (disse ord, kjaere vennine Liv, er til deg). A Liv le gustan las rosas y los ángeles desde antes de que la moda los trivializara. Liv, su nombre significa "vida" en noruego, también es pianista. Alguna vez nos ha recibido en su casa tocando Mozart en un negro piano de cola con las velas de un viejo candelabro de plata como única luz interior en medio de la noche blanca de julio junto al fiordo. No hay ninguna coma en esta frase. Hay veces en que una frase sigue siendo una frase aunque no tenga comas. Hay veces en que la música no tiene silencios y sigue siendo música. Hablamos de libros, de viajes, de días compartidos en Alcalá, de madres... mientras su hija Maria lee con avidez el tomo cuarto de HARRY POTTER.

Hoy mi madre habría cumplido setenta annos.

En esta frase no hay comas, pero sí mucho silencio.

2 comentarios

José María -

Ana: Me alegro mucho sigas trabajando el curso próximo en Zaragoza. ¿Sigues en el Sevet? Ya me contarás. Sería ideal vinieras al Ramón y Cajal. Un abrazo desde Massalavés (Valencia)

J -

(Comento desde el móvil y no tengo salto de línea -sorry-) Un post entrañable, imposible contener la lágrima, soy un sentimental, lo reconozco.Comparto el silencio contigo. Te recomiendo el post de cuadernoblues titulado Rossini. J :)