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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

Istanbul III

Creo que hay pocas ciudades en el mundo en las que se puedan vivir contrastes tan intensos como en Istanbul. El Bósforo divide/une Europa Asia en una misma ciudad; y el Cuerno de Oro parte en dos la zona europea, y la divide en distritos de muy diversas identidades.

La zona occidental se asienta sobre Siete Colinas. Así se llama en restaurante en cuya terraza cenamos la primera noche: al fondo el estrecho, a mi derecha la basílica de Santa Sofía, a mi izquierda la majestuosa Mezquita Azul. Sobre las siete colinas, todos los perfiles curvilíneos de las demás mezquitas, cuyos arquitectos jugaron con las formas y volúmenes de las cúpulas sobre cúpulas de la basílica de Justiniano: la de Soleimán, la de Fatih, la de Yeni, la de Benazid. Recortan el cielo de Istanbul magníficas con sus minaretes desde los que los muecines llaman a oración. Desde nuestro hotel se escuchan varios al mismo tiempo, y la música cesa en los cafés donde se bebe "chay", el té turco, y se fuma "nargile", la pipa de agua de olor envolvente.

Al otro lado del puente Gálata, la torre del mismo nombre domina la colina sobre la que se asienta. En este barrio hay calles enteras con tiendas de instrumentos musicales. Nunca he visto tantas guitarras juntas. Aquií vivieron los genoveses después de la conquista/caida en el siglo XVI. La República Marinera apoyó a los otomanos en contra del Papado y de Venecia, interesados en mantener el Imperio Romano de Oriente, y como premio se les permitió permanecer en la ciudad. Siempre fue este distrito el favorito de los residentes extranjeros. aun hoy sigue siendo sede de varias embajadas. Lady Mary Worsley Montagu cuenta en sus interesantísimas cartas (fue la esposa de un embajador inglés en el siglo XVIII) su vida en la ciudad, sus visitas a la sultana viuda, que vivía en el exilio dorado de Pera sus últimos annos de esplendor. Dice Lady Mary que las mujeres turcas son las más libres del mundo porque van y vienen por las calles sin que nadie las moleste gracias al velo que las oculta. También narra que una joven ha sido encontrada asesinada cerca de su residencia, y que nadie la ha podido reconocer porque nadie conoce el rostro de las mujeres. Lady Mary también tenía sus contradicciones.

A Pera tambíén llegaba el Orient Express. Para albergar a sus viajeros fue contruido el Hotel Pera Palace que sigue estando lleno de clientes. Yo me conformo con pasear por sus salones y contemplar su mobiliario de madera con incrustaciones de nácar, sus estantería con viejos recuerdos, sus lámparas art-decó. Me tomo un zumo de naranja en el bar donde estuvo Mata Hari, y un camarero nos ensenna la habitación 411, donde Agatha Christie escribió parte de su ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS. Me siento delante de su escritorio y miro a mi alrededor. A ver si se me pega algo. No en vano es la escritora favorita de Carlota.

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