El tiempo
Hace unos annos vi una exposición aquí en Trondheim. El pintor era Håkon Bleken, uno de los más prolíficos e interesantes del panorama artístico noruego. El tema unitario era la vejez y la enfermedad de sus propios padres. La decrepitud, las carnes fláccidas, desnudas, los cuerpos encorvados, mirando sin ningún pudor al ojo escrutador del hijo que los iba a convertir en materia pictórica. Ningún atisbo de sentimentalismo en los colores, ni en las formas. La verdad directa, cruda, de la caída en el abismo final.
Tampoco están ya lo mismos que se sentaban ante la mesa a tomar el café con alguna de las tartas exquisitas de "Erichssen". Ni tampoco los que se sentaron a la mesa de mi boda. El paso de tiempo tiene eso: o te mueres tú o se mueren los que tienes a tu alrededor. No hay otra opción.
Son casi las nueve y el sol, no obstante, brilla en ángulo de 45 grados todavía. El paso del tiempo también tiene eso: que de vez en cuando el sol alumbra las mesas.
Aunque estén casi vacías.
Tampoco están ya lo mismos que se sentaban ante la mesa a tomar el café con alguna de las tartas exquisitas de "Erichssen". Ni tampoco los que se sentaron a la mesa de mi boda. El paso de tiempo tiene eso: o te mueres tú o se mueren los que tienes a tu alrededor. No hay otra opción.
Son casi las nueve y el sol, no obstante, brilla en ángulo de 45 grados todavía. El paso del tiempo también tiene eso: que de vez en cuando el sol alumbra las mesas.
Aunque estén casi vacías.
2 comentarios
Juan -
Pablo -