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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

Una cabanna en Noruega II

La cabanna se llama BEKK-KROKEN, que quiere decir "El recodo del río", que es justo donde se encuentra situada. Cuando vengo aquí hay una serie de libros que me gusta releer: sin duda el favorito es el DIARIO de Dorothy Wordsworth, la hermana del poeta romántico William del mismo apellido, y que escribió durante su estancia en el distrito inglés de los lagos, en Grassmere. El libro es fascinante por varias razones: una de ellas es que comenta los poemas que su hermano va escribiendo e incluso algunos de sus motivos, por lo que se va viendo el propio proceso creador del poeta, e incluso su dependencia literaria de las impresiones que su hermana va recogiendo en su cuaderno; pero para mí el interés mayor del librito es la propia visión de la vida de esta mujer, que vivió por y para William, que cambió el tono de sus escritos completamente a partir del matrimonio de él con Mary, sus descripciones del paisaje de colinas suaves, sus largos paseos por los montes y los prados de un lago a otro, su amistad con el poeta Coledidge. Hace annos pasamos unos días en el LAKE DISCTRICT y dormimos en una casa que también tenía nombre: "Stepping Stones", porque está junto a un río en el que unas piedras, sobre las que hay que saltar más que pasar, sirven de puente. Esa casa había pertenecido a la familia de Coleridge y se desayunaba en un viejo servicio de porcelana inglesa con flores en colores rosados. La cama tenía dosel y el váter era un sillón bajo cuya tapa se escondía el prosaico agujero. Probablemente el "Bed and Breakfast" más fascinante en el que he dormido. Ese y el del castillo normando de Durham, también en Inglaterra: el castillo sirve de residencia de estudiantes durante el curso y en verano se convierte en hotel. Las habitaciones no tienen banno y para llegar a los aseos comunitarios hay que recorrer los pasillos oscuros y varios tramos de escaleras, jalonados por la decoración de lineas quebradas del estilo normando. Nunca hacer un pis fue más complicado. Ni más tenebroso. Me sentía como Lady Macbeth con la vela en la mano, en sus paseos por los corredores del castillo de Cawdor en camisa de noche.

Pero estaba hablando de Dorothy Wordsworth. De ella dicen que tenía una relación más que fraterna con su hermano; algo así como la que tenía Byron con su medio hermana Augusta. Tal vez por eso sus diarios se convierten en más triviales después de la boda, y parece que un viento gris haya recorrido sus páginas. A mí me gustan sus paseos por el campo. Antes, cuando yo paseaba por las montannas me gustaba coger flores y hacer varios arreglos que dejaba en diferentes lugares de la cabanna. Ahora no. Desde que leí que un día Dorothy cogió una flor, creo que era una flor de fresa silvestre, la miró y la volvió a dejar, pensando "dejemos vivir lo que está vivo". Desde entonces me cuesta más trabajo coger una flor y le pido casi hasta permiso.

También me gusta leer aquí PAN, de Knut Hamsum, que me costó mucho trabajo encontrar en castellano. Al final lo conseguí en una vieja edición de cubierta en piel color burdeos que adquirí en la Feria del libro viejo en el Paseo de Recoletos. Ahora intento leerla en noruego, pero hago trampas: como ya me sé la historia, las descripciones de la naturaleza noruega, la luz de las noches blancas, los lugares, voy siguiendo el texto original y me creo que soy capaz de leerla en noruego y me quedo tan contenta.

A veces creamos mentiras para hacernos felices incluso hasta con estas pequennas cosas.

Otro libro que releo es KRISTIN LAVRANSDATTER, de Sigrid Undset, que también fue Premio Nobel igual que Hamsum. El libro está traducido al castellano desde hace pocos annos. Es una historia ambientada en la Edad Media (que no novela histórica) sobre una mujer (Kristin) que lucha por su amor (Erlend de Huseby) contra todas las tempestades habidas y por haber. Una historia de amor en la que el amor defrauda (Erlend, por supuesto, no le llega ni a la suela de la zapatilla) pero en la que se sigue luchando porque a nadie le gusta reconocer que ha fracasado en el combate de la vida. Liv Ullman la llevó al cine como directora, pero la película no obtuvo las mejores críticas pese a ser espléndida. Ullman no es profeta en su tierra; aunque nació en Asia, su familia es de Trondheim y ella se considera de aquí. Ha vivido mucho en Suecia con Bergman y después, pero es noruega, y la hija que tuvo con Bergman, Linn Ullman, es una de las mejores voces de la novelística noruega contemporánea. Hace annos en Trondheim la nombraron algo así como hija predilecta y estuve en la ceremonia de homenaje en el "OLavshallen", que es como el Auditorio pero en noruego. También nombraron hijo predilecto al violinista Arve Tellefsen, que sí que es profeta en su tierra, y que toca con las mejores orquestas del mundo.

Pero estos días he estado leyendo un libro nuevo en la cabanna y en el mundo editorial. Es el LIBRO DE RÉQUIEMS, de Mauricio Wiesenthal, al que conocí en los Encuentros Literarios de este mayo en Albarracín. Compartir mesa con él fue un deleite, escuchar su conferencia fue un descubrimiento, y leer su libro ha sido el mayor placer literario de los últimos tiempos. Hace un recorrido por su vida y por sus maestros en el mundo del arte, desde el entusiamo y la pasión de un hombre que ha vivido en el sentido más absoluto de la palabra. Habla de lugares y de personajes que también forman parte de mi imaginario, de manera que en un comentario vanidoso diré que cuando lo leía me parecía que el libro estuviera escrito para mí. Por sus páginas aparecen Wilde, Casanova, Lucia de Lamermoore, la Liguria de las Cinque Terre, Porto Venere, Byron, Taormina, Diaghilev y hasta Alfonsina Storni, cuya canción me ha acompannado desde una noche en el Parque Pignatelli en que la oí por primera vez hace más de veinte annos. La cantaba una chica que estaba acompannada por varios muchachos. Begonna y yo nos adherimos al grupo. Muchos annos después reconocí a uno de aquellos jóvenes en el florista de la tienda donde encargué un ramo de cien rosas para el cumpleannos secular de mi abuela.

A mi abuela le gustaban las violetas y alguien le regalaba las primeras violetas durante muchos annos cada 22 de enero, que era el día de su aniversario. La capa de Carlota es de color violeta y a mí me gusta comprar caramelos de violeta cada vez que vuelvo a Madrid. Junto a esta cabanna, a la orilla del río crecen las violetas silvestres de los bosques (skogfjol). Wiesenthal pintó las paline de su casa en Venecia de color violeta porque es su flor y su color preferido desde que leyó las palabras de Ofelia en HAMLET.

A mí me gustan estas casualidades.

Y algunas otras.

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