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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

Arte, libros en Zaragoza, y cierta dosis de mala leche

El martes estuve en la inauguración de una exposición "rara". Fue en el Gran Hotel y no había obra expuesta: palabras y vinos, pero nada que ver. Y es que la exposicón está en la calle; mejor dicho, en algunos escaparates del distrito de los Sitios, entre diamantes, medicamentos y ropas de colores. Uno de los presentadores dijo que se trataba de "comenrcializar la cultura". A mí ese sintagma me produce cierto escalofrío.

Ayer asistí a una tertulia sobre novela histórica contemporánea. Intervieneieron Joaquín Leguina, Lorenzo Mediano, José Luis Matilla y Ramón Acín. Las novelas históricas están de moda, eso es evidente, y es algo que me plantea ciertas reflexiones:
- Hay novelas ambientadas en determinadas épocas que reflejan hechos históricos como telón de fondo, pero que crea personajes literarios. Nada que objetar.
- Hay novelas que no son sino un alarde de ciertos escritores que saben mucha historia y enlatan su erudición en un envase de novela. En muchos casos, los personajes y la trama se diluyen entre los datos y se volatilizan. Me irritan bastante.
- Hay novelas históricas escritas en primera persona, como si fueran las memorias de alguien. Estas me irritan especialmente porque parece que muestran el pensamiento real de alguien real. Ya me gustaría a mí saber lo que de verdad pensaba Eugenia de Montijo cuando tuvo que salir de Francia, o cuando los zulúes le mataron a su único hijo; o a Catalina de Aragón cuando le pasó lo que pasó con Enrique VIII. No me gusta ese truco. Lo siento.

Estoy escribiendo una novela con trasfondo histórico; por ella se pasean algunos personajes reales. Reconozco que la tentación de meterme en la cabeza de cierto pintor veneciano es fascinante, pero la resisto a pesar de la seducción que ejerce sobre mí. Otros autores se dejan seducir, y crean novelas seductoras e irritantes. Porque, ¿acaso un sujeto de seducción no puede ser a la vez causa de irritación?

Y hablando de arte y de irritación. En Zaragoza hay un edificio considerado patrimonio cultural e histórico en el que durante años estuvo el Casino Mercantil. Pues bien, ahora está coronado por un espantoso (y el calificativo se me queda corto) letrero multicolor anunciante de la entidad bancaria que lo ha adquirido; y no sólo eso, sino que hay algo peor que apenas se ve: parte de la decoración lateral de la fachada del primer piso ha sido raspada para grabar el logotipo del banco, que está formado por tres horribles espigas que prentenden formar una corona. No he visto nada al respecto en la prensa, y alguien, no sé quién, alguna autoridad autorizada, ha dado permiso para que esto ocurra impunemente, o sea, para que se carguen una de las joyas artísticas de la ciudad.

Así estamos.

2 comentarios

José María -

Coincido contigo, Ana, en la imagen economicista y de falsa modernidad del antiguo Casino Mercantil. ¿Qué diría "Clarín" que lo frecuentó durante su breve estancia en Zaragoza? Sus valiosos fondos estaban hasta hace poco amontonados en un sótano del Palacio de Sástago. Cuando paso por delante, recuerdo su antiguo esplendor y acelero el paso con actitud escéptica.

Anónimo -