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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

ROSAS Y MADRES

 

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Estas rosas no son del jardín de la reina de Arabia, como en la Salomé, de Óscar Wilde (les pongo las tildes, a pesar del inglés)

Son del último rosal que plantó mi madre.

Las rosas son efímeras. Los rosales no.

Las personas lo somos. El recuerdo no.

Hoy es el Día de la Madre. Hace ocho años que no lo celebro. Hace cuatro que lo celebro aún menos.

Las rosas que siguen saliendo en el viejo rosal son el ejemplo de que hay cosas que permanecen a pesar del tiempo.

La suavidad de los pétalos, la suavidad de sus mejillas en mis dedos. El olor de sus perfumes, de su ropa, de su pelo. Su mirada fresca, directa, demasiado directa a veces. Su sonrisa.

Su voz.

Hace unos meses, me regalaron una grabación con su voz. La hicimos en uno de aquellos magnetófonos de cinta marrón. Alguien la ha hecho grabar en un CD. No la he escuchado. Tengo su voz en mi memoria. No quiero que me la reproduzca ningún aparato eléctrico. Suena  a mis oídos su voz, cuando hablaba, cuando cantaba.

Mi madre cantaba muy bien.

Y yo aún tengo sus rosas.

Las rosas de su jardín.

Que no era el jardín de ninguna reina.

 

 

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