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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

DOMINGOS Y LAVADORAS

Un domingo sin periódico porque me ha dado una pereza atroz salir de casa.

Sentarme un rato en la terraza, tomar el sol mientras se seca mi pelo al aire.

Mientras se lava la ropa en la lavadora porque el sitio que yo ocupo cuando tomo el sol, lo ocupa después la ropa para hacer lo mismo y secarse.

Pasarme el resto de la mañana haciendo comidas, que huelen bien pero que seguramente no estarán tan buenas como aparentan. Porque no soy buena cocinera.

Sentarme ante este ordenador y contestar mis correos.

Al otro lado de las ventanas, los árboles han vuelto a verdear. Las hojas vuelven a crecer. El domingo pasado, el árbol que veo cuando salgo a tomar el sol, o a tender la ropa, estaba desnudo. Pensé que estaba muerto.

Pero no, 7 días después, está lleno de hojas. Pequeñas, muy vivas.

Como en el poema de don Antonio Machado.

La ropa tendida se mece al ritmo del viento, protegida por las ramas de ese árbol.

Cuando a mi abuela, que vivió 103 años, le pregunté cuál era el mejor invento que había experimentado, ella siempre decía lo mismo: la lavadora.

Infinitamente más útil que muchos artilugios que ahora nos parecen indispensables.

Como este desde el que escribo. O como el otro desde el que hablo por teléfono, hago fotos, leo el correo y leo el periódico si me da la gana.

Artilugios que  nos esclavizan. Aunque nos parezca todo lo contrario.

Artilugios que nos liberan. Aunque no nos lo parezca. La lavadora, claro.

 

 

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