GAVIOTAS...
Cada lector lee un libro distinto aunque lea el mismo. En esta aparentemente paradoja está basada la creación literaria.
Una creación que es cosa de dos, un lector y un autor.
Un libro es una historia de amor entre esos dos desconocidos, el escritor y el lector, que juntos, generalmente sin conocerse, crean una historia en la imaginación individual, única e intransferible de cada lector.
Acaso sea lo único que nos queda que sea así: único, privado, nuestro. Un lugar al que nadie puede acceder.
Al menos nos queda la imaginación. La magia que provoca la lectura.
Os dejo cuatro visiones, cuatro obras realizadas por alumnos de institutos que he visitado estos días, y que me han procurado hermosos momentos de magia.
Gracias a todos.
Una caja azul que guarda secretos diarios de una adolescente noruega enamorada de un soldado enemigo durante la Segunda Guerra Mundial, en Donde aprenden a volar las gaviotas, una de mis novelas.
Así la han visto y recreado diferentes alumnos del IES Can Jofresa de Terrassa, en Barcelona.
Jorge, alumno del IES Montserrat Roig de Sant Andreu de la Barca, también en Barcelona, pintó así el mar y el acatilado donde aprenden a volar las gaviotas. Jorge, no pude llevarme el cuadro, pero me lo llevé en esta foto y en mi memoria. Y ahora lo comparto con los demás lectores. Mil gracias.
Los alumnos del IES Montserrat Roig también hicieron juegos espectaculares a partir de episodios de la misma novela. Este es uno de ellos. Eran todos geniales. Muchas gracias a los profesores y a los alumnos.
Algunos deberían pasarse a ver y a comprobar lo mucho que trabajan los profesores. Esto que os he dejado es tan solo un ejemplo.
El profesorado trabaja más horas, con más alumnos, menos sueldo, menos reconocimiento social..., y siguen regalando su tiempo, su creatividad, su saber y su entusiasmo.
Lo dicho, muchos deberían pasar y ver. Y callar.
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