LUZ DE VÍSPERAS
Casas modernistas en el barrio hebreo
de Praga.
Escucho la ópera LAKMÉ sentada en el sofá. Llueve y hace frío al otro lado de las ventanas.
Leo las primeras páginas de LUZ DE VÍSPERAS, la recién publicada y largamente deseada novela de Mauricio Wiesenthal.
Las leo despacio, absorta. Paseo por sus palabras como de la mano de un mago.
Las palabras me llevan a Praga, al barrio judío, a las colinas de Malà Strana, a las calles recién paseadas. La realidad y la ficción se me confunden, y ya no sé si paseé más de verdad la ciudad hace tres semanas o si lo estoy haciendo ahora, cuando mis ojos me introducen dentro del papel, y como Alicia al otro lado del espejo, vivo una vida paralela, fundida ya la realidad y la ficción. La realidad y el deseo, al fin y al cabo.
Sigo leyendo. Enseguida las palabras de Mauricio me llevan hasta Venecia, donde las góngolas se convierten en brillantes y negros zapatos de charol deslizándose sobre la laguna. A esa Venecia donde Carlota y Regina podrían pasear junto al Gran Canal.
Y ahí estoy en estos momentos, mientras llueve sobre el canal, bajo mi ventana.
Leyendo despacio, para alargar el hechizo de la lectura, el hechizo de la "luz de vísperas".
Un hechizo, un regalo lleno de sorpresas. Desde la primera página.
Un regalo, sí. Esta novela es un regalo. Gracias por cada página, Mauricio.
Y por la dedicatoria.
3 comentarios
Nerea -
Me hubiera gustado tener un doble y estar en el teatro de Zaragoza con Don Juan, pero tampoco estuvo mal perseguir a Gaudí por las calles de Barcelona...
Besos!
Antonio -
Saludos desde una Barcelona oscura y melancólica. Ay, que me contagio...
Intentaré ir a la presentación del libro.
Néstor Mas -