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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

DOMINGO

Último domingo de vacaciones. Mañana, a trabajar.

Para celebrarlo, me paso parte de la tarde haciendo bollitos en la cocina: sin azúcar, pero con mermelada de naranja para compensar, una pizca de jengibre y otra de canela. Están ricos y no engordan.

Esta semana  también hice mermelada de tomate: con azúcar y limón, según una vieja receta dentro de un regalo. Mi abuela hizo alguna vez la mermelada de tomate. Tiene un sabor tan diferente al de las demás confituras... Cuando era niña, y había en casa,  me parecía una fiesta: algo normalmente salado, propio de la comida y de la cena, se convertía en algo dulce para el desayuno.

Ahora la casa huele a los bollitos - pastas, no se sabe muy bien si una cosa o la otra, y está  a punto de anochecer.

Mañana empieza un nuevo curso: vuelta a ver las mismas caras del año pasado, algunas no estarán, otras serán nuevas. Me gustará reencontrarme con muchas de ellas, con la mayoría. Echaré de menos a compañeros de mis anteriores institutos, como siempre, a los de Alcalá, a los del "Miguel Servet", a "Marismas", al otrora "Politécnico"...

No a todos, eso no.

A todos no se les echa de menos. A algunos se les echa de más. Cuando pasan unas semanas de ausencia, ya tampoco casi nadie se acuerda de uno. Es algo muy dado en este trabajo nuestro: pasamos muchos y por muchos lugares, y se aprende a no extrañar. Pero no siempre.

Yo extrañaré a Mari Carmen, a Teresa, a Federico, a Nieves, a Juan, a Nuria, a María Luisa, a Regina, a María Luisa, a Rosa, a Silvino, a Paulino, a Eduardo, a Ana Isabel, a Juana, a Paz, a Carmen, a Matilde, a Marina, a Mari, a Carlos, a Javier, a Julio, a Gloria, a Cristina, a Charo, a Carlos, a Carmen, a Pilar, a María, a Christian.

Y a más.

Y a Concha, claro. Hoy entré en el portal de la casa donde vivió. Y donde murió. Ahora hay una tienda de antigüedades en el bajo. Ella vivía en el ático. Se me ha encogido el estómago al entrar. Me pasa siempre cuando paso bajo su ventana, lo hago muy pocas veces, evito esa calle. Pero hoy, junto a sus escaleras, me ha punzado algo dentro. No trabajamos nunca juntas. Compartimos residencia en Teruel, donde ambas vivíamos por trabajo. Concha era mi amiga, y se fue en abril de 1991. También era domingo. Guardo una foto suya en el cajón del escritorio, justo debajo de este ordenador. Está preciosa.

Afortunadamente, algunas personas no se olvidan nunca. Y se las sigue echando de menos, a pesar del paso del tiempo.

Afortunadamente.

 

2 comentarios

Juan Antonio -

Como digo hoy en mi blog, ya está el curso acabado... Que nunca nos falte la ilusión por volver a empezar, Ana. Besos sevillanos.

Isa -

A mi todavía me quedan unos poquicos días =)

La verdad es que hay gente a la que es difícil no echar de menos... Tienen cualidades propias que no ves en otras personas y puede que sea eso lo que te hace extrañarlos.
A otros tal vez no, pero notas su ausencia...

Este año,se echará de menos a
Paco y Christian...


Bueno,un besico profe!
Espero compartir también este año!=)