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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

VERANO

VERANO

Entrada norte del Pabellón Puente, de Zaha Hadid,

en la EXPO de Zaragoza.

Un rincón fresco.

La entrada más espectacular.

O la salida.

 

 

En los últimos años, mis escasos veranos en Zaragoza siempre han estado ligados a enfermedades.

El calor tórrido de la ciudad en julio y agosto no la hace proclive a disfrutarla en este periodo.

Este año, merced a cierto tendón ajeno, mi verano va a ser maño. Está siendo maño.

Y me doy cuenta de sus excelencias: la ciudad está llena de caras nuevas con manos nuevas agarrando un mapa. El Paseo de la Independecia muestra una magnífica exposición de Manolo Valdés y sus casi gigantescas esculturas. Entre ellas, una serie de MENINAS, un motivo del cual son fan desde hace tiempo. Los museos urbanos albergan interesantes exposiones según dicen: confieso no haber visitado aún ninguna, pero lo haré.

Desde mi casa veo el canal, y los árboles casi machadianos a sus orillas, y la cúpula neoclásica de San Fernando, iluminada magníficamente por la noche. Ahí dentro hubo pinturas de Goya, desaparecidas durante los Sitios de 1808. Según algunos, los soldados franceses las destruyeron, según otros, fueron robadas y siguen viviendo en algún lugar secreto de este mundo lleno de jardines secretos y cámaras ocultas. Es mi primer verano en esta casa y me alegra la vista el Canal Imperial, mandado construir en el siglo XVIII, por un ministro de Carlos III, el señor Pignatelli. Era la época de la Ilustración y de las grandes obras públicas. Entonces, este barrio no existía.

Me gusta mirar a través de esta ventana, el ordenador está a un palmo de ella, y a través de la cortina de ganchillo hecha por mi madre hace años.

Es blanca y parece la celosía de un harén.

Al otro lado, los árboles, el canal y la cúpula donde un día estuvo Goya.

A este lado, una taza de té, imágenes venecianas, una foto de la Callas en "La Scala" durante una representación del 2º Acto de LA TRAVIATA  con Ettore Bastianini (era guapísimo, por cierto), otra de Plácido Domingo en el MET, en el papel de OTELO (imponente y atractivo, como siempre), un cuadro con el Faro del Pescador de Santoña, una postal de LU del día de Sant Jordi, otra postal con la dama de Ghirlandaio, de la Thyssen, recuerdo de una tarde feliz en Madrid, la lámina de "La Flora" de al lado de Pompeya, comprada durante mi primera visita a Nápoles: ha estado conmigo en mi habitación de Teruel, en la de Santoña, en las dos de Alcalá, y en las dos también de Zaragoza. Me gusta su gesto al coger la flor, me gusta su espalda, su ropa, sus colores, su belleza casi etérea.

Y muchas más cosas. Y muchos libros. Y muchos papeles.

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