DE GRIEGOS Y DE TROYANOS

El Teatro de Dionysos, en la Acrópolis

de Atenas.

El mejor de los dioses. El vino, la fiesta, el caos.

La vida misma.

Ahí mismo se estrenaron las grandes obras del teatro griego.

 

 

Leí La Ilíada a los doce años, en la prehistoria. Me gustó mucho, sobre todo los líos de los dioses.

Me perdía entre los dioses protectores de unos y de otros.

Pero me lo pasé bien entre griegos y troyanos.

Mi favorito era Héctor, y me disgustó enormemente su muerte a manos del de "los pies ligeros".

"El de los pies ligeros" fue el primer huelguista de la historia: dejó de luchar cuando Agamenón le robó a su chica. Como protesta ante su jefe, ante el poderoso.

Una huelga sin sindicatos. Muy personal.

Paris nunca me cayó bien. Y Menelao, el rubio Menelao tampoco.

Héctor y "el de los pies ligeros" eran mis preferidos. Sí.

Por eso no me gusta el nombre de "troyano" para un virus informático, ni "el de los pies ligeros" para un tendón. Un tendón entre el pie y la pierna. Adémás.

¡Si el gran Homero levantara la cabeza...!

Por cierto, mi Troyano se ha ido, ha sido "barrido" con el antivirus.

Para mí un Troyano es Héctor. Y ha sido "barrido".

¡Pobre!

Los inventores de palabras deberían ser más cuidadosos con la literatura y sus héroes.

De verdad, de verdad.