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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

MAYO

MAYO

Una casa rota en Sarajevo

(Bosnia-Herzegovina)

No se rompió sola.

Casi nada se rompe solo.

 

Cuando estaba en el colegio de monjas donde pasé mi primera infancia, durante el mes de mayo las niñas debíamos llevar flores y cantarle a la virgen.

Decíamos algo así como "Con flores a María, con flores a porfía..." Yo no entendía el significado de "porfía", pero lo cantaba igual.

Entonces era así: decíamos palabras cuyo significado desconocíamos. Aprendíamos de memoria historias cuya realidad también desconocíamos.

La virgen estaba metida en un fanal, era minúscula, y el altar de plata repujada. O al menos así me parecía a mí.

El colegio se iba a hundir y lo tiraron. Esa fue una de las mejores noticias de mi primera infancia.

No por la virgen, ni el fanal. Por otras razones.

Siempre me pregunté a dónde habría ido a parar el altar de plata repujada.

Pero no se lo dije a nadie.

A veces decimos cosas y otras nos callamos.

A veces no entendemos palabras y otras veces escondemos sus significados.

Otras veces la posición de un adjetivo puede llevar a alguien a la hoguera: como le pasó a Miguel Servet y su tozudez.

Los adjetivos pueden ser muy peligrosos.

Ya veis.

 Y por cierto, buen puente a todos.

2 comentarios

Lu -

A veces, las palabras reviven almas; otras, las aniquilan.

Es cierto.

Todos conocemos ejemplos.

Un beso no silenciado.

Juan Antonio -

Yo también cantaba aquello de "con flores a porfía" y también ignoraba su significado. Descubrirlo años más tarde fue como volver a la infancia para dejar definitivamente de ser un niño. Todo lo definitivamente que se puede, claro está. Buen puente para ti también. Besos.