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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

MEDINA

MEDINA

No es una medina, es el Teatro

de la Acrópolis, de Atenas.

Control. Mucho control.

¿O no tanto?

 

MEDINA ALBAIDA es el nombre de un instituto de Zaragoza. Está en una zona por la cual apenas paso, pero muy cerca de un colegio donde pasé uno de esos veranos durillos: más de un mes intentando convertirme en entrenadora de Gimnasia Rítmica con una profesora de la escuela soviética.

 Aprendí mucho. Sufrí mucho. Y me hice entrenadora.

Hoy he visitado el IES "Medina Albaida". No existía en mis tiempos gimnásticos. Me he reencontrado con Amparo, la maravillosa bibliotecaria, y con Gloria. Gloria fue mi profesora durante cuatro años: me enseñó Lengua, Literatura y Latín. Discutíamos en clase por los valores del SE y las pasivas reflejas. Fueron mi fijación durante años; también después en la Universidad. Tardé años en creérmelas. Tal vez todavía no me las creo...

Aprendí mucho con Gloria. No sufrí con ella. Sus clases eran amenas, intensas, divertidas, y llenas de sabiduría. Me ha gustado mucho reencontrarla y poderle dar las gracias delante de sus nuevos alumnos.

Los chicos han sido estupendos. Un grupo luminoso. Con nombres bellísimos: Eva, Helena, Arabia, Mauro, Samuel, María, Paula, Vera... Y han hecho preguntas muy interesantes. Gracias a todos.

Una muestra, Mauro me ha preguntado si diseño previamente a los personajes o si tienen vida y decisiones propias.

Tienen vida y decisiones propias. A veces el personaje está al final de los hilos, pero a veces está al principio y maneja al escritor a su antojo. No siempre el escritor controla todos los acontecimientos.

A mí me ha pasado.

Como cuando lanzaba una maza, en el colegio de al lado, y no llegaba a mi mano, sino al suelo, o a la cabeza. O el aro tampoco llegaba y rodaba y rodaba fuera del practicable (la pista).

No controlamos casi nada.

Casi nunca.

4 comentarios

Begoña -

Es verdad, Ana. No controlamos casi nada. Lo acabo de leer, contado desde la felicidad y el asombro, en “La elegancia del erizo”. Primero habla de una escena de “Ana Karenina” donde la siega se convierte en un acto mecánico y en “el placer de hacer algo maravillosamente ajeno a los esfuerzos de la voluntad”, y luego, de la misma forma, de la escritura:
“Liberados de la carga de la decisión y de la intención, avanzando en nuestros mares interiores, asistimos, como a las acciones de otro, a nuestros distintos movimientos admirando sin embargo su involuntaria excelencia. ¿Qué otra razón podría tener yo para escribir esto (...) si la escritura no participara de la misma naturaleza que el arte de la siega? Cuando las líneas se convierten en demiurgo de sí mismas, cuando asisto, como una maravillosa inconsciencia, al nacimiento sobre el papel de frases que escapan a mi voluntad e, inscribiéndose ajenas a ella en el papel, me enseñan lo que no sabía ni creía querer, gozo de este alumbramiento sin dolor, de esta evidencia no concertada, de seguir sin esfuerzo ni certeza, con la felicidad del asombro sincero, una pluma que me guía y me arrastra.
Entonces, accedo, en plena evidencia y textura de mí misma, a un olvido de mi propio ser rayan en el éxtasis, saboreo la feliz quietud de una conciencia espectadora.”
Seguro que te ha pasado, ¿verdad?
Perdón por el rollo. En clave: el idealista ya está en mi poder.

Amparo -

Muchas gracias Ana por ese rato mágico y maravilloso que hemos pasado contigo. La biblioteca, su bibliotecaria y los alumnos te lo agradecen. Hasta pronto.

Arabia -

Muchas gracias por haber tenido tiempo para nosotros y por habernos incluido en tu blog. Desde que leí el retrato de Carlota no me he podido olvidar del jarabe de rosas. Gracias por hacerme soñar con tus libros.

Vera -

Me ha encantado la charla dada hoy, he aprendido muchas cosas...Y hoy he tenido mi primer libro dedicado!!
Muchas gracias Ana, me has parecido una bellisima persona. Siempre me acordare de ti.. y de tus libros.
Espero que saques mas, que sepas que yo me los leeré todos. Muchos besos.