OBRAS
Oigo desde esta ventana del instituto las obras de la ciudad. Las de una rotonda que fue plaza, y ahora no se sabe qué es. A lo lejos, las obras de la EXPO.
Ayer las vi desde otro ángulo, la Torre del Agua es más redonda desde la carretera de Logroño. Desde la estación es más rectangular. Me gusta desde ambos lados.
Pero mi favorito es el Pabellón Puente. Una construcción sólida y etérea a la vez sobre el agua del río.
Y es que los ríos dan mucho de sí. Y los puentes, por encima y por debajo.
A veces tengo vértigo cuando camino por un puente. No sé por qué, pero parece que mis piernas se tambalean, como si el puente fuera móvil. Y no lo es. Me ocurre en los puentes grandes sobre ríos caudalosos. Y no en todos. Es muy raro. Me pasa en algunos de los puentes que más me gustan.
Sigo escuchando como fondo las obras de la plaza.
Al otro lado, veo la Torre del Trovador. La misma de la obra de García Gutiérrez. La misma de la ópera IL TROVATORE de Verdi. Allí donde Manrico acaba muerto sin descubrir que su madre no es su madre. Allí donde Leonora se toma el veneno para no casarse con el pobre Conde de Luna, que a mí siempre me ha parecido el mejor personaje de los tres. Y Verdi le regala unas arias muy agradecidas y hermosas.
Por algo será.
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