FLORES
Se me acaba de borrar todo lo que acababa de escribir...
Hablaba de flores, de que en el aeropuerto de Amsterdam hay una tienda por la que tienes que pasar vayas a donde vayas y vengas de donde vengas. Es una explosión de colores perfumados: rosas, tulipanes, anémonas, amarilis. He comprado rosas para mi prima Marga que vive en Madrid, y bulbos de tulipanes y de amarilis para mí. Para mi casa.
¿Mi casa? Llega un momento en que una no sabe ya cuál es su casa. Ni cuál es su ordenador. En este, que es el "mío", ahora me cuesta trabajo poner los acentos de manera normal; además tiene la -ñ-.
Una vez regalé 100 rosas, fue a mi abuela el día que cumplió 100 años. Eran de color champán. Mi abuela se lo contaba después a todo el mundo. Aquel fue un día feliz y en la casa hubo tantas flores como en la floristería del aeropuerto de Amsterdam. Muchas de aquellas rosas de champán las sequé y todavía están en la casa del pueblo. Hubo un tiempo en que secaba todas las rosas que llegaban a mis manos. Ya no.
Hay un tiempo para cada cosa: ahora toca escribir con la -ñ-, plantar los bulbos de los tulipanes en un macetero porque no tengo jardín, escuchar a Jussi Bjorling cantar con Robert Merril el dúo de LOS PESCADORES DE PERLAS.
Y mañana tocará hablar del complemento directo y de las proposiciones subordinadas adjetivas sustantivadas. ¡Pobres alumnos! Creo que les hablaré de Henrik Ibsen, que para eso este año se celebra su centenario, y de su CASA DE MUÑECAS, que sigue siendo la obra de teatro más representada en todo el mundo.
Sí, una obra de teatro se parece más a una floristería que la sintaxis: tiene color, olor, sabor, tacto y palabras.
Muchas palabras. De las de verdad.
Como las de las flores.
3 comentarios
Nerea -
Creo q este pensamiento (esto lo dire con palabras, si, con esas palabras q me ayudan a saber que tengo ese pensamiento), se me ha ocurrido en la clase muerta de lengua de hoy, o en la de griego, o en la de historia...
A lo que nos pongamos en rodaje, tocara de nuevo descanso, en fin, bienvenida a este lugar donde las palabras llevan -ñ- Ana...
Ricardo. -
Javier -