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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

MÉDICOS

Hay veces en las que acudimos al médico por placer. Otras porque no nos queda otro remedio.

Hay médicos que parece que han ganado su licenciatura en una tómbola. Son los menos, pero alguno hay.

Hay médicos que viven en medio de la selva de Mozambique, o de Angola, y que salvan vidas de decenas de niños cada día. Esos médicos no tienen ni radio ni cobertura en sus teléfonos móviles, y llaman a su familia cuando se acercan a la ciudad a comprar medicinas, a reunirse para seguir organizando el bien, o cuando pueden. Como S., por ejemplo.

Hay médicos que van y vienen dentro del territorio nacional, que van a los congresos para aprender y no para disfrutar del paisaje, que siempre tienen una sonrisa amable para sus pacientes, que te miran de una manera que parece que lo que te pasa no es tan terrible como es, que no dejan solos a sus pacientes hasta que estos vuelven a casa "recompuestos". Como M.J., por ejemplo.

Hay médicos que no deberían morirse nunca, pero que tienen la mala costumbre de hacerlo.

Ayer murió uno de ellos: Pepito Fernández, así lo llamaban sus compañeros de Digestivo y de Cirugía del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. El Dr. Fernández operó a mi madre en una noche de diciembre de hace hoy cuatro años exactamente. Saber que estaba en sus manos nos dio la serenidad de que todo iría bien. Y fue bien: el Dr. Fernández le regaló a mi madre un año y medio de vida plena, llena de alegría, de calidad vital. Luego las cosas se complicaron: las metástasis ya no entienden de buenos cirujanos. Les dan igual.

Ayer supe la noticia y se me encogieron los intestinos y algo más. El Dr. Fernández era gran aficionado a la música: le gustaban los violines y una vez hablamos de Ana Sofie Mutter, en una de esas salas frías y blancas del hospital. Con él cerca teníamos la sensación de que nada malo podía pasar: su cuerpo delgado, su rostro enjuto, sus manos sagradas. Él, paseando por los pasillos de la planta de Cirugía, era un talismán en aquellos horrendos días navideños del 2001.

Hay personas que son importantes en la vida de alguien, aunque ellos no lleguen del todo a saberlo.

El Dr. Fernández vivirá en el recuerdo de todos aquellos a los que nos regaló una temporada de alegría. De vida.

Nada más y nada menos.

2 comentarios

carlota -

Hola!
Hace mucho que no paso a saludarte.Toy liadilla.
Sólo quería desearte que pases unas buenas fiestas antes de irme al publo y quedarme casi incomunnicada internaúticamente hablando.
Un besote enorme!

Alberto -

Felicitación navideña:
En estas fechas en las que se recuerda a las personas
que compartieron con nosotros espacios y tiempos
y dejaron gratos recuerdos en nuestra memoria y en nuestro corazón,
te deseo que esta sea la mejor Navidad de tu vida y que el año nuevo,
que está por llegar,
materialice todos tus sueños.