URGENCIAS
A veces pasan cosas que te llevan a otras cosas.
Ayer acompañé a alguien al Hospital y me encontré con otro alguien. Ese alguien era la enfermera que atendió a mi madre en la peor de nuestras noches hospitalarias. Nunca fueron mejor bienvenidas las palabras, las sonrisas, el gesto amable. Nunca mejor que aquella noche en que ella iba y venía con su uniforme verde, sus sondas, sus jeringuillas. Y su sonrisa confortante.
No la volví a encontrar después cuando volví. Tampoco supe su nombre hasta anoche. Supongo que tampoco la busqué lo suficiente en su momento. Muchas veces, salir por la puerta del hospital lleva aparejado el olvido.
Ayer le pude dar las gracias.
Por fin.
Ayer acompañé a alguien al Hospital y me encontré con otro alguien. Ese alguien era la enfermera que atendió a mi madre en la peor de nuestras noches hospitalarias. Nunca fueron mejor bienvenidas las palabras, las sonrisas, el gesto amable. Nunca mejor que aquella noche en que ella iba y venía con su uniforme verde, sus sondas, sus jeringuillas. Y su sonrisa confortante.
No la volví a encontrar después cuando volví. Tampoco supe su nombre hasta anoche. Supongo que tampoco la busqué lo suficiente en su momento. Muchas veces, salir por la puerta del hospital lleva aparejado el olvido.
Ayer le pude dar las gracias.
Por fin.
1 comentario
Ricardo -
Pero siempre en esa incomprensible marabunta lexical hay un hueco para el gesto amable, la sonrisa entrañable. Y también, tarde o temprano, para otra palabra, no por vanalizada menos importante: GRACIAS. Bacione!