Blogia
AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

Dos noticias

Se ha ido Jesús Moncada. Confieso avergonzada que hace unos meses nada sabía de él. No sabía quién era cuando leí su nombre como Premio de las Letras Aragonesas de 2004. ¿Por qué nunca había oído hablar de este escritor?
Tantos años fuera de Aragón me habían dejado fuera de juego en muchas cosas. También en ésta.
En la Feria del Libro de Zaragoza, compro en la caseta de Xordica su último libro traducido, CALAVERAS ATÓNITAS, que me recomienda Chusé Raúl Usón, su editor y traductor, al que le digo que no había leído nada de Moncada. Chusé me mira con la mejor y más amable cara que puede después de escuchar el disparate. Me llevo el libro y empiezo a leerlo: me fascina desde la primera página. Un hábil manejo del lenguaje, una galería de personajes que viven en torno a una Mequinenza tan mítica como el Sur de Faulkner, o la Comala de Juan Rulfo. Una ironía desternillante.
Por alguna razón probablemente de política lingüística, este autor, que ha escrito toda su obra en catalán, no ha entrado en determinados circuitos comerciales y no ha llegado al gran público fuera de Cataluña. Algo se pudre en un sistema que deja que ocurran estos desatinos.
Decía ayer Ramón Acín que lo mejor que podemos hacer por él es leerlo. Ahí va un fragmento de uno de los relatos de Moncada en esta obra:

"...cuando el director del grupo escolar exige aspirinas "concentradas", cada uno de ellos recibirá un paquetito muy bien envuelto con el mismo contenido: preservativos. Son ejemplos cogidos al azar. Podría alargar la lista de eufemismos con gotas, colirios, cremas, cataplasmas seguidos de precisiones que los transforman siempre en lo mismo: condones.
"Según la moral católica, señor secretario, adquirir un preservativo, una transacción comercial como cualquier otra en apariencia, implica ipso facto un pecado mortal, y añado el latinajo para que resulte más espantoso. Una falta de esta gravedad factura al comprador al infierno, a sufrir eternamente refinadísimas torturas si el arrepentimiento, la confesión y la absolución no lo limpian antes de morir de una trasgresión tan horrible. Me explicaré. Adquirir arsénico, aunque sea a toneladas, no presupone que usted, es un decir, haya decidido acelerar el paso al otro barrio de la tía rica que le ha hecho herededo universal y que no acaba de estirar la pata; comprar un cuchillo o una escopeta de caza no implica la reprobable intención de utilizarlos para asaltar bancos o dirimir las diferencias con el vecino que pone el volumen de la radio al máximo y no le permite pegar ojo. El arsénico, además de la aplicación, universalmente reconocida, de allanar el camino del cielo a las tías longevas o tacañas, tiene muchísimas más de matiz pacífico. Como las tienen los cuchillos y las escopetas. ¿Pero qué uso se dará a un preservativo excepto el que todos sabemos y que el Vaticano condena de una manera tan feroz?. Piense, piense: ni uno ni medio. ¿Puede exponerse un creyente oficial a pecar públicamente adquiriendo el invento diabólico? Hay que echar mano de los eufemismos."

A veces una mala noticia nos puede conducir hasta una sonrisa.

En Argentina se ha anulado la Ley del Punto Final, y la Ley de la Obediencia Cumplida. Ambas impidieron que decenas de implicados en tropelías, asesinatos y desapariciones pudieran ser condenados por sus crímenes. Hace unos meses, entrevisté a la escritora argentina Elsa Osorio, que hace unos años escribió A VEINTE AÑOS, LUZ, una novela que retrata el caso de los bebés desaparecidos durante la dictadura: los torturadores mantenían con vida a las madres hasta el parto, les robaban a los niños, y luego las asesinaban. Así ocurrió con centenares de criaturas que hoy desconocen su identidad, cuyos padres murieron a manos de gentes que hasta hoy pasean impunemente por las calles de Buenos Aires.

La novela es espléndida no sólo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Un fragmento en que el padre adoptivo de Luz sospecha la verdad: que a su hija nadie la dio en adopción, sino que su suegro, uno de los represores, la arrancó a su madre que luego "desapareció" bajo las balas.

"Después de esa larga conversación, Dolores implacable, y tan queriéndolo al mismo tiempo: Y que si no es, como creés, mejor, pero entonces ¿por qué no lo dio en adopción? Y qué vas a hacer si te enterás de que es hija de desaparecidos, no vas a poder vivir con eso. Te das cuenta de lo que significa para Luz, privarla de su identidad, de su historia y de la historia de los padres, tratada como una cosa. Vos mismo lo dijiste cuando hablabas de tu suegro, me impresionó: "Qué se cree, que se le rompió una muñeca, le traigo otra para que no llore". Un objeto más del saqueo.
Basta, basta. Te tapas la cabeza con la almohada y entonces sí dejas salir ese llanto que hace años tienes estrangulado".

Hay veces en que una buena noticia trae evocaciones amargas.

1 comentario

Tomàs Camacho -

He pegado un pequeño paseo por tu diario interactivo y me ha gustado.

He llegado a él porque buscaba algún texto de Jesús Moncada en castellano.

Cuando haces el comentario sobre los premios literarios de Aragón creo que eres un poco injusta. Piensa que el castellano está recogido en muchísimos premios nacionales y seguro que en Aragón, aunque no lleven la marca estricta y general de Aragón.

Saludos.