Sonrisas
El martes presentó José Luis Cano nuevo libro: "El esquizoide carácter aragonés". Lleno de gracia y sorna desde la primera página. La verdad es que cuando uno abre un libro de José Luis se te pone una sonrisa de esas que no se dejan hasta la última hoja. La combinación de ilustraciones y palabras en su síntesis más mínima es un regalo de esos que te reconcilian con ... la sonrisa. Casi nada.
Salgo de la presentación con los libros: el de Cano, y un "Manual del teclista de composición tipográfica", que me regala Javier Torres. Tiene las tapas rojas y es una de esas rarezas bibliográficas inesperadas. Lo leo en cuando llego a casa y veo que no tiene desperdicio: sus consejos son muy útiles para el común de los mortales, y su prosa como de otros tiempos me conduce a la época en que mi madre trabajaba en la imprenta. Javier me dice que el autor, Rogelio Mazón Nadal, fue corrector en "Octavio y Félez". Ese nombre me dibuja una sonrisa en sombra. Es muy probable que mi madre lo conociera, pero eso es algo que nunca sabré.
Como tantas cosas que el fuego no convierte ni siquiera en cenizas.
Sigo leyendo y la sonrisa se vuelve a asomar cuando leo el apartado dedicado a las divisiones de las palabras a final de línea. El autor aconseja que se eviten aquellas que puedan resultar malsonantes como: sa -cerdote, velocí - pedo, dis -puta, o acé - falo. Me recuerdan a algunas voces nuevas creadas por los niños en los talleres de PALABROFLEXIA.
Y le doy las gracias a Javier por regalarme dos sonrisas.
Salgo de la presentación con los libros: el de Cano, y un "Manual del teclista de composición tipográfica", que me regala Javier Torres. Tiene las tapas rojas y es una de esas rarezas bibliográficas inesperadas. Lo leo en cuando llego a casa y veo que no tiene desperdicio: sus consejos son muy útiles para el común de los mortales, y su prosa como de otros tiempos me conduce a la época en que mi madre trabajaba en la imprenta. Javier me dice que el autor, Rogelio Mazón Nadal, fue corrector en "Octavio y Félez". Ese nombre me dibuja una sonrisa en sombra. Es muy probable que mi madre lo conociera, pero eso es algo que nunca sabré.
Como tantas cosas que el fuego no convierte ni siquiera en cenizas.
Sigo leyendo y la sonrisa se vuelve a asomar cuando leo el apartado dedicado a las divisiones de las palabras a final de línea. El autor aconseja que se eviten aquellas que puedan resultar malsonantes como: sa -cerdote, velocí - pedo, dis -puta, o acé - falo. Me recuerdan a algunas voces nuevas creadas por los niños en los talleres de PALABROFLEXIA.
Y le doy las gracias a Javier por regalarme dos sonrisas.
2 comentarios
Javier -
Anónimo -