RESEÑA DE SIGUIENDO MI CAMINO
Os dejo aquí mi reseña de Siguiendo mi camino, el nuevo libro de MAURICIO WIESENTHAL, escrita por mí, y publicada el jueves 12 de junio en HERALDO DE ARAGÓN.
Siguiendo mi camino
Mauricio Wiesenthal
El Acantilado, marzo, 2013
Mauricio Wiesenthal (Barcelona, 1947) es un escritor diferente a cuantos pasean por el mundillo literario español. Huye de las modas y de lo políticamente correcto para crear literatura, que es lo que en primer lugar se le debe exigir a un escritor. Wiesenthal, con su nuevo libro, da un paseo por las canciones de su vida para hablar de su vida, de la de sus antepasados y de la historia europea del siglo XX. Esa vieja Europa que tanto ama, y a la que ve sumergirse como si fuera un navío torpedeado por la torpeza y la imbecilidad de sus habitantes y sus dirigentes. Desde el punto de vista del “sapiente por compasión”, el escritor escudriña la realidad materialista, capitalista, burguesa, y la contrapone a la necesidad de belleza, de justicia, de espiritualidad, entendida esta no como una falsa religiosidad, sino como una necesidad de armonía con el Absoluto.
Nunca como en estos tiempos malditos han hecho tanta falta los románticos. En estos momentos en los que se les considera antimodernos, y hasta reaccionarios, Wiesenthal vuelve al Romanticismo de verdad, el que vino del idealismo platónico, para recuperar la Verdad que tanto necesitamos. Nosotros y los jóvenes, motivo de preocupación para nuestro escritor porque les estamos dejando un mundo lleno de mentiras.
Caminamos con Wiesenthal de lo personal a lo universal a través de las canciones. Canciones que tuvieron que ver con momentos de su vida, que marcaron diferentes épocas y que marcan el devenir del hombre. Junto a la música, la necesidad del silencio, de la contemplación, frente al ruido informativo que nos circunda, y que limita nuestra capacidad de pensamiento, de reflexión, de crítica. La orquestación de la vida burguesa es ruidosa para no dejarnos momentos de silencio con nosotros mismos y con lo que nos rodea. “Si uno oye mucha música, acaba educando el oído. Y si uno ve mucha televisión o lee en una pantalla, acaba perdiendo la vista”, escribe.
Wiesenthal habla de la necesidad del arte en sí mismo. Y arremete contra ciertas líneas de progreso que provocan la destrucción de su propia esencia: “El secreto del arte es que transforma la materia más sencilla en objeto de culto. Y eso es lo que no pueden entender los que quieren divulgar la literatura en fotocopias…”.
Las reflexiones del escritor pasan de la vida a la música, y de la música a la vida. Y lo hace desde la experiencia de un hombre que ha vivido y cantado en mil lugares, y que ha conocido a personas de diferentes ámbitos por su cualidad de viajero, fotógrafo, escritor, políglota, hombre curioso. Por sus páginas se pasean lady Sarah Melbourne, su primera esposa, José María Pemán, escritor de la época franquista del que se nos muestran facetas desconocidas, la actriz Lola Membrives, Hemingway, Dominguín, la pequeña Nennolina, nieta de una mendiga en Roma. Desde las faldas del Himalaya hasta Gibraltar, pasando por Nueva York, Bogotá, París y las montañas suizas, Wiesenthal viaja con sus palabras hasta el fondo de nosotros mismos. De nuestra necesidad de belleza y estética. Y lo hace a través de canciones que alguien podría calificar de otros tiempos, y que muchos diríamos “universales” porque de temas universales tratan.
La prosa de Mauricio Wiesenthal es un torrente de sabiduría y de manejo del lenguaje. Es una invitación a la estética, a todo lo que nos penetra a través de los sentidos y que en estos tiempos olvidamos en aras de lo inexistente, de lo virtual, progresista solo aparentemente. Siguiendo mi camino es, además, un canto a la libertad, en un momento en el que todo está controlado por los ojos de un sistema que fiscaliza incluso nuestros sentimientos. Un libro en la línea de El libro de Réquiems, El esnobismo de las golondrinas, o Luz de vísperas, obras anteriores del autor.
Un soplo de ese aire que nos hace respirar, y que nos aleja de la literatura de ladrillo y que nos acerca a lo más íntimo de cada lector. Un soplo de aire que nos hace creer que todavía hay espacio para las grandes palabras.
Entendiendo por grandes palabras las que dicen Verdad.
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