HUELLAS... DE LIBROS
Un día de la semana pasada me encontré con estas huellas en la entrada de un instituto, el Dionisio Aguado de Fuenlabrada: por cierto, que me acabo de enterar de que vuelvo a visitaros a final de mes (¡Bien!: nunca olvidaré lo callados que estuviesteis todos cuando no funcionó el micrófono y yo tenía poca voz, mil gracias)
Eran las huellas que llevaban al lugar donde iba a tener lugar mi charla. Las huellas tenían títulos de libros, míos y ajenos.
Las huellas. Los libros que dejan huella.
Los libros que nos acompañan en nuestro camino de la vida.
¡Ay de aquel al que no le acompañan libros!
A mí me han dejado huella muchos libros. Probablemente todos los que he leído.
Al menos los que he leído enteros. Antes me parecía un sacrilegio dejar un libro sin terminar. Ahora, no tanto. La vida es demasiado corta para leer algunas cosas.
No porque sean malas en sí mismas, sino porque no sintonizamos con todos los libros. Con todos los autores.
Y si le damos la vuelta: los autores tampoco sintonizamos con todos los lectores.
Aunque a veces nos guste creer que sí...
0 comentarios