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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

DOMINGOS

Paso la tarde del domingo en casa, resguardada de la lluvia y del viento que se baten a ver quien de los dos es más fuerte en esta ciudad de tres ríos y un canal.

O sea, a ver quien de los dos la tiene más larga. La potencia, me refiero, la velocidad, la cantidad en la unidad de medición que sea.

En casa se está bien. He estado colgando un par de cosas en un par de paredes: una virgen de escayola forrada de estaño que hizo mi madre hace muchos años. Recuerdo que comprábamos las figuritas de escayola en algún lugar de la calle de Santa Gema, donde ahora está el padre de todos los gimnasios de la ciudad. A mí me ugstaba el nombre de la calle. No sé por qué, pero me gustaba. Allí cerca también había una fábrica que tenía algo que ver con el alumniminio. Creo que en su solar es donde ahora está el padre de todos los gimnasios.

Lo otro que he colgado es la foto de bodas de mis abuelos. En blanco y negro, claro. Más negro que blanco, porque mi abuela va vestida de negro, como casi todas las novias de la época. La época era la de los años 20, concretamente 1923, y el marco y la foto costaron 3 pesetas, según reza una nota a nombre de mi abuelo escrita con lápiz en el reverso. Lo que ahora está tocando la pared de mi casa, cien metros más abajo de la casa que se hicieron mi abuelos cuando se casaron y de la que salió mi abuelo para morir en 1961. Pocos meses antes de que llegara yo a esa casa. Una casa de la que extrañamente no tengo ningún recuerdo.

Y ahora me voy a poner a trabajar en mi novela. Todavía no he decidido en cuál: si en la que estoy escribiendo, o en la que tengo que corregir. Lo pensaré mientras reviso mi correo y me termino de despertar. Me he quedado dormida en el sofá y se ha hecho de noche mientras tanto. Me gusta mucho esa sensación: dormirme cuando aún hay luz, y despertarme con la casa a oscuras.

Los domingos son así.

 

Juan Antonio: pues sí, algo tendrá esta Don Juan que permanece en nuestras memorias. Besicos.

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