VÉRTIGO
El vértigo de lanzar una obra nueva como a un piélago, diría Thoreau.
Eso se siente al publicar una novela. Vértigo.
Imaginar a alguien leyendo tus palabras. Y sumergiéndose en la historia, en las frases, para bien o para menos bien.
Mañana en la Feria en Zaragoza. Último día de Feria. Voy a cerrar ésta y la de Madrid.
Un día de reencuentros.
Y de mucho vértigo.
Como cuando las adolescentes se vestían de largo para presentarse en sociedad.
La noche anterior no dormían. Yo no duermo bien desde hace días.
Muchos vértigos.
Y muchos personajes dando vueltas por mi cabeza, en Venecia, en la campiña de la Liguria, en un lago suizo, entre los naranjos andaluces, en castillos escoceses...
Y la guinda del pastel: la pseudo-verbena nocturna debajo de mi ventana.
Esta noche me cambié de habitación, cerré todas las puertas, bajé todas las persianas, me puse los tapones y dormí un rato.
Mis ojeras lo delatan: no fue lo suficiente.
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Juan -