TELÉFONOS
Antes, no hace tantos años, no existían. Recuerdo cuando llegó el primer teléfono, fijo por supuesto, a casa. Debimos esperar casi dos años a tenerlo desde el momento de la solicitud. Antes era así.
Y para hablar con el extranjero, se decía así, entonces, también se debía esperar, a veces horas, para hacerlo. Y siempre mediante una conferencia. Al otro lado del hilo había una señorita, siempre una mujer, y ella te conectaba la conferencia. Pero, repito, podían pasar horas. Siempre había "demora", ésa era la palabra.
Ahora vivimos pegados al teléfono celular, móvil, portátil, como le llamemos. No sabemos vivir sin él. A nuestro lado, no suele fallar, pero cuando lo hace, se produce el cataclismo: perdemos números tan sólo anotados ahí dentro, y perdemos incluso a amigos. Nos fiamos de él y su memoria como si fuéramos nosotros mismos, pero tal vez sea más constante y más leal. Pero también nos produce adicción, y lo miramos mil veces cada día, a ver si entra ese mensaje esperado, o a ver si se ha perdido la llamada más deseada. La pantalla y sus iconos nos seducen y nos arrastran a una vorágine de colores, de luces. De no se sabe.
Nunca conocemos la actividad existente al otro lado. Puedes estar comprando el pan y hacer creer a tu interlocutor algo completamente distinto. No entraremos en detalles.
Estamos todo el día y toda la noche localizables. No vale eso de: no estaba en casa, no lo he oído. Siempre lo tenemos al lado. Hemos perdido cierta privacidad y hemos ganado otra cierta privacidad.
En la vida, con todo, o con casi todo, ganamos y perdemos. El misterio, la intriga, radica en cuánto, cómo, dónde y cuándo ganamos y cuánto, cómo, dónde y cuándo perdemos.
En fin.
NOTA: Juan Antonio ha abierto nuevo blog para compartir lecturas. Néstor nos reta a sugerir reflexiones a raíz de un fascinante texto de Walzer. Miguel Mena presenta nuevo libro el jueves a las 8PM en la FNAC de Zaragoza. Y yo, hoy, todavía no he comido. Además, llueve sobre Zaragoza. Y la tarde está de una grisura imposible.
2 comentarios
Nerea -
Besos!
Juan Antonio -