TIEMPO II
En cambio, todo el mundo le saca fotos a este reloj.
Es doble. Uno da las horas.
El otro da el zodiaco.
Nos gusta fotografiar el paso del tiempo.
Fotografiar las campanadas, tocadas por la propia muerte: la calavera hace doblar las campanas, mientras vacía un reloj de arena con la otra mano.
Y todos le hacemos fotos en ese instante. Un momento tan sólo, un recuerdo del tempus fugit, como reza la leyenda de tantos relojes de pared, de esos llamados "del abuelo".
A mí nunca me han gustado esos relojes. Cuando he de dormir en una habitación donde hay uno de ellos, o de los otros, con campanadas o sin ellas, pero con tic-tac, lo desconezco, lo paro.
No me gusta ese recordatorio en mi habitación. Mientras duermo o lo intento.
Bendito sea el inventor de los relojes con pilas. De los silenciosos. Y si no lo son, se extrae la pila y al día siguiente se vuelve a poner. Y nadie se entera.
¡Lo he hecho tantas veces!
NOTA: Nuevo enlace, esta vez con la página web de la espléndida pintora Laura Correa.
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Juan Antonio -