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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

CAMAS III

CAMAS III

No tengo foto de la mujer dormida de Zaragoza.

La foto es de Trieste. Compitió con Z. para la EXPO.

Algo de relación hay.

Pero muy poca.

Casi ninguna.

Magris, Claudio, está en mi mesilla. Eso sí.

 

En el centro de Zaragoza hay una cama. Sobre ella una señora tumbada. Duerme. Su rostro es sereno y parece contenta. Debe de estar soñando cosas hermosas. Tal vez se acuerda de cuando estaba despierta y no era de piedra.

Cuando yo era niña, no estaba en el mismo sitio, sino muy cerca. Mi madre y yo pasábamos frecuentemente por allí. Yo siempre me paraba a contemplarla. Y mi madre me decía: "Venga, Anica, a cruzar". Y yo, con mi mano cogida a la suya, cruzaba, y seguía mirando hacia atrás hasta perder de vista a la mujer dormida entre la hiedra.

Lleva muchos años durmiendo. Casi como la del cuento. Ahora está en medio de otro paso de peatones, junto al El Corte Inglés, Ibercaja, el cine Elíseos, donde antes ponían películas en versión original (illo tempore, ahora no hay ningún cine en la ciudad donde las películas no estén dobladas. "Pa mear y no echar gota", como diría mi amiga Nieves). Duerme entre coches veloces, bicicletas supervivientes, viandantes colgados al teléfono, motoristas con y sin casco, guardias de tráfico, agentes de movilidad los llaman en la capital del reino.

Y duerme debajo de un gran reloj electrónico con números recordatorios del tiempo fugitivo, o de la temperatura infame de algún verano de más cuarenta grados. Y de un rojo letrero con letras blancas de marca de telefonía móvil.

Pero su rostro permanece con la sonrisa dormida.

Sus sueños deben de ser dulces. Y sus recuerdos también.

 

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