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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

MÓVILES

Hay días en que estoy demasiado cansada para escribir, y otros en los que el servidor de esta bitácora se pone vago a la hora en que yo puedo entrar.

Hoy he estado en un instituto a 90 kilómetros de Zaragoza. El viernes visité el instituto de Andorra, en Teruel, un lugar muy querido por varias razones. Pero no es de esto de lo que quería escribir esta tarde.

Para llegar a Illueca esta mañana, hemos ido en coche. En un momento dado, el vehículo que iba delante de nosotros, ha invadido el carril izquierdo sin motivo aparente. He mirado al conductor cuando he pasado a su altura: iba jugando con el móvil. Escribía un mensaje a 120 kilómetros por hora. Tenía más de 50 años, vestía americana gris y corbata. No era ningún joven temerario.

Era un supuesto adulto, madurito en edad, no tanto en talento.

Me he acordado de mi amiga Carmen y de nuestras conversaciones sobre los cambios sociales que ha conllevado el uso del móvil. No sé si alguien lo ha estudiado ya, pero las relaciones entre los jóvenes han variado sustancialmente desde la generalización del celular. Y también la de los maduridos en edad. Y maduritas.

A través de la minúscula pantalla, uno se atreve a escribir aquello que no osa decir mientras mira a la cara de su receptor, o mientras sabe que el otro escucha su voz en vivo y en directo al otro lado del ¿cable?.

Los púberes se interrelacionan de un modo más directo a través de este canal comunicativo. La barrera de los 40 y los 50 se va llevando también de otra manera.

Y las infidelidades también.

No sé si ahora somos más o menos infieles que antes.

Pero es mucho más fácil.

Aunque uno vaya a 120 kilómetros por hora en la autovía y peine muchas canas.

Hay cosas que no tienen edad: el amor, el arrebato (no quería escribir "calentón")

O la gilipollez.

 

2 comentarios

Lu -

Los hay que viven en una eterna adolescencia, con lo que esto conlleva.
La madurez no es proporcional a la edad. Tu anécdota lo demuestra con creces.
(Echaba de menos que no escribieras)

Néstor Mas -

Sí, nos han cambiado mucho las nuevas tecnologías. Qué me díces de un blog. Hace unos días, hasta a un pentaplégico de Valladolid, el anonimato que proporciona, le servía para anunciar al mundo su final. Impasible, el mundo, leía. Qué mundo éste.