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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

LLAMADAS

Hoy ha sido un día lleno. Bueno, ayer, que ya pasa de la medianoche.

La mañana la dediqué a limpiar la casa: polvo, suelos, lavadoras... Hacía días que no tenía tiempo que dedicar a esas tareas y le tocó al sábado luminoso de hoy.

Siguió siendo luminoso un rato más, cuando R. me llamó y me dio una buena noticia. Después fue MJ. quien también llamó con otra buena y potencial noticia. Para entonces mi casa ya brillaba, y no quedaba ni mota de polvo sobre muebles, objetos inanimados varios, y hojas de plantas. Luego fue J. quien llamó desde un paseo por el río. Después hablé con mi primera profesora de literatura, Carmen Larena, y su voz siempre es un bálsamo. El día prometía.

Al poco rato, otra llamada me conducirá por la tarde a un velatorio: Doña María, que ya tenía 94 años, fue la maestra de todas mis tías paternas, una institución en la familia, una mujer siempre dulce, serena, que esta tarde seguía tan hermosa como el día que la conocí. Yo era muy pequeña y ella repartía juguetes a los hijos de los trabajadores del P. Móvil. A mí me tocaron unas cacerolas de aluminio que aún deben de estar en algún rincón del infinito armario de mi abuela: abrir sus puertas era para mí como entrar en un laberinto misterioso en el que no sabías qué te podías encontrar. Lo que más me gustaba del armario de mi abuela era una caja llena de libretas, plumillas, lapiceros, viejas agendas, calendarios, recuerdos de Octavio y Félez que mi madre había traído cuando dejó de trabajar allí. J. me trae siempre buenos recuerdos de ese lugar; gracias.

Enseguida, otra llamada de M. me cuenta que mi tío E. está en el hospital con un problema pulmonar serio: comí con él justo hace una semana y ahora está con mascarilla de oxígeno. Y como está en otra ciudad no me puedo acercar a verlo, así en un momento.

Entre medio, una comida con colegas escritores, ilustradores, editores y distribuidores: amantes (¿deberé decir amante o deberé cambiar la palabra?) de los libros. Hablamos de esas palabras que las editoriales nos han hecho extraer de nuestros libros porque no eran políticamente correctas (por ejemplo "amante", que es más saludable que acuchillar o secuestrar a alguien, pero que está peor vista en algunos ámbitos, ¡qué le vamos a hacer!) Luego una breve incursión al mercadillo de la Asociación de Lucha contra el Cáncer (cada vez que escribo esta palabra se me encoge una entraña): esta tarde han firmado Ana G. Lartitegui y Sergio Lairla, hoy por la mañana yo misma, y por la tarde Samuel Alonso, que además de firmar hace grullas de papiroflexia (una pasada), y el miércoles Daniel Nesquens.

Y para terminar la tardenoche, HARRY POTTER Y EL CÁLIZ DE FUEGO, con Ralf Fiennes como Voldemort, que se come a todos con patatas porque es un actor como la copa de un pino. La pena es que no le vemos la cara propia, sino una monstruosa, efecto del maquillaje: igual que en el 80% de EL PACIENTE INGLÉS. El niño Potter (Radcliffe) cada película menos niño y más guapo. Los efectos especiales especialmente espectaculares. A mí me gusta la saga Potter, no lo puedo evitar. Ya me gustaría a mí haberlo escrito, ya...

Un poco de Puccini para serenar el final de este día tan lleno.

Y el comienzo del siguiente.

 

NOTA: Bienvenida, Lu, a este blog. Y felicidades por el tuyo, que es espléndido.

3 comentarios

Lu -

A mí también me fascina la saga Potter. Fui a ver película como una niña-joven-adulta. Somos tantos así.

NB: Recibo con cariño mi segunda bienvenida. Soy Lourdes, la amiga de Marina, quizá debía haberte avisado de que en los lares cibernéticos firmo como \"Lu\".

Nicolás -

Con cada abuelo que muere se reaviva el fuego de la biblioteca de Alejandría.

Nerea -

Que pena que me entere tan tarde! podría haber ido a que me firmases... en fin.. otro dia será...