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AL ESTE DEL CANAL, blog de ANA ALCOLEA

EL PISO DE ABAJO

Después de varios días críticos, Elja ha vuelto a casa. En realidad, la casa de Elja no es una casa, es una de esas residencias para ancianos que aquí llaman OMSORSBOLING O SYKEHJEM. Elja lleva tres annos viviendo en un apartamento con asistencia continua: las enfermeras y asistentes van y vienen a menudo, y siempre que necesita ayuda, aprieta el botón de alarma que cuelga de su cuello y alguien acude muy pronto. La residencia es nueva y está situada en una de las zonas de desarrollo urbanístico moderno de la ciudad, junto al fiordo. Desde la terraza del piso se ve ese mar encerrado que ayer estaba especialmente gris.

Pero nunca he visto a ningún anciano asomado a la ventana, o sentado en la terraza. La edad da demasiado frío.

Elja no quería bajar al piso de abajo: allí residen los más enfermos, los pisos son solo habitaciones con banno, y hay zonas comunes. Bajar al piso de abajo del edificio es como bajar un piso en la carrera descendente de la vida. Todo el mundo que vive allí lo sabe. A Elja le han dado el cuarto de la esquina occidental. Está casi encima del mar, pero no lo puede ver. Está tan cerca que se oyen las olas aun con la ventana cerrada, pero no lo puede oír. En el pasillo, una mujer canta en voz alta una canción que habla de Shanghai; otra se pasea con un munneco de trapo en forma de pingüino. En el comedor, el hombre que se parece a Furtwangler bebe un café mirando quién sabe qué en el fondo de la taza.

No, ella no quería bajar al piso de abajo.

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